Desde que Juan Manuel Rodriguez Ojera vistiera por primera vez a la Virgen de la Hiniesta con saya burdeos, manto azul con vueltas, fajin a rayas y aro de estrellas, la tradición de vestir a la Santísima Virgen de hebrea, sencilla, sin ningún aderezo que distraiga la vista, se repite año tras año, cuaresma tras cuaresma.
La Divina Pastora de las Almas no es menos y se nos presenta ataviada de la siguiente forma para estos cuarenta días de preparación para la Pascua.
Fotos: Antonio Ruiz Ramos
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