La salida del templo, la entrada en la Calle Martín Rey, la exaltación del Padre Álvaro mientras le quita el sombrero, la cuesta del reloj,... fueron grandes momentos vividos durante la procesión, todo ello aderezado con banderolas y grandes arcos que engalanaban todo el pueblo, el clamor popular con sus famosos vivas y un sin fin de fuegos artificiales que parecían no acabarse nunca.
Sin duda uno de los días grandes en torno a la advocación y el orgullo pastoreño.
Fotos: Daniel Ortega Castro
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